El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, de 79, se encuentra “bien, orientado, conversando y ha pasado buena noche”, según el parte médico emitido este miércoles por el Hospital Sirio-Libanés, de São Paulo, donde la víspera fue operado de urgencia para drenarle un hematoma de tres centímetros entre el cráneo y el cerebro, derivado que un fuerte golpe que se dio en la nuca dos meses atrás. El veterano mandatario, que “no ha sufrido daño cerebral”, según dijeron el martes los médicos, sigue al frente del Gobierno, sin renunciar a sus funciones constitucionales.
El vicepresidente, Geraldo Alckmin, un antiguo rival de centroderecha, sí que ha asumido la agenda presidencial por el momento.
El último parte médico añade que el paciente “tiene todavía el drenaje colocado mientras espera nuevas pruebas de rutina”. Más allá de la sucinta actualización del equipo médico, la esposa del presidente, Janja da Silva, la única persona autorizada a visitarle por el momento, publicó un mensaje en Instagram con ánimo tranquilizador: “Después de una cirugía muy exitosa, la angustia de la noche dio espacio para la tranquilidad (…) En breve, estará de vuelta en el trabajo. Por eso, ¡estén tranquilos!”.
Lula es el presidente de más edad que Brasil ha tenido nunca. Este nuevo problema de salud ha puesto el foco en este dato -irrelevante para los brasileños en las elecciones de 2022– y en cómo puede afectar a sus planes de presentarse a la reelección en 2026. La demora del estadounidense Joe Biden y su equipo en aceptar que este renunciara a la candidatura presidencial pese a que su deterioro era evidente, obviamente, sobrevuela el debate en Brasil. Lula se mantiene activo pero esta es la tercera intervención quirúrgica que requiere desde que ganó las elecciones en 2022; las otras fueron de garganta y cadera. En los últimos años, muchos analistas y otras voces ajenas al Partido de los Trabajadores le han reprochado que se resista a abrir en serio el debate sobre su sucesión.
Su médico personal, Roberto Kalil, avanzó el martes que, si todo va bien, el presidente podría recibir el alta al principio de la semana próxima y regresar a Brasilia para retomar sus actividades progresivamente. Lula sintió fuertes dolores de cabeza el lunes mientras despachaba en Brasilia. Trasladado a un hospital capitalino, se descubrió el hematoma y su equipo médico decidió que fuera trasladado a São Paulo para ser sometido a una intervención quirúrgica en la que drenarle el hematoma intracraneal, una complicación típica en golpes como el que sufrió en su residencia el 19 de octubre.