Durante toda su vida, Yves Saint Laurent (1936-2008), posiblemente el diseñador de moda más influyente de la segunda mitad del siglo XX, ejecutó una infinidad de dibujos eróticos. En ellos aparecían hombres desnudos, ataviados con atuendos exóticos o propios de cómics fetichistas, musculosos figurantes de un montaje de los Ballets Rusos y lo que parecían versiones hormonadas de modelos de dibujo académico. Aunque, como cuenta Alicia Drake en su suculento ensayo The Beautiful Fall, el diseñador siempre tuvo la vaga idea de publicarlos, nunca llegó a hacerlo. Ahora, por primera vez, una serie de 20 de esos dibujos, nunca antes puestos a la venta, forma parte de una subasta en la sede de París de la casa Sotheby’s. Titulada Yves Saint Laurent/Pierre Bergé: An Intimate Collection, y organizada coincidiendo con las fechas de los desfiles de Alta Costura, es también una ocasión para acercarse a la figura del diseñador y de Bergé, el que fuera su pareja durante muchos años y socio durante toda su trayectoria, a través de algunos de los objetos que atesoraron.
Así lo explica Florent Jeanniard, corresponsable de diseño del siglo XX en Sotheby’s: “Esta venta cuenta con objetos nunca antes vistos, dibujos y fotografías. Ofrece una perspectiva adicional sobre el gusto del couturier y su pareja”. La subasta es también la última de una imponente serie de ventas que, desde la muerte del modista en 2008, han contribuido a difundir su gusto y su peculiar afán coleccionista. No en vano uno de los documentales más completos sobre su vida, L’amour fou (2010), producido por su pareja y socio, Pierre Bergé, tenía como hilo conductor la monumental subasta, en 2009, de las colecciones de arte y artes decorativas que la pareja había acumulado durante décadas de convivencia. Aquel acontecimiento, llamado “la subasta del siglo”, batió récords, alcanzó la cifra récord de 373 millones de euros y puso en el mercado una ingente cantidad de obras importantes de Mondrian, Matisse o Brancusi. Menos de una década después, en 2018, Bergé puso a la venta en Sotheby’s el remanente de sus colecciones, con piezas procedentes de sus casas de Normandía o Marrakech. Alcanzó 27,4 millones de euros, con piezas de Buffet o Cocteau.
![David Seidner, Retrato de Pierre Bergé (díptico).](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/5HNPYWDAWJF65DJTM3GHLGW7HM.jpg?auth=5c361ea5cb1a23d3e640eb9e5f42dd14130d674bcd3459de31342c65996158df&width=414)
La subasta que la sede parisina de Sotheby’s ha programado para esta semana no es tan apabullante pero, para los admiradores de Saint Laurent tiene incluso más interés. En esta ocasión las piezas no proceden de la fundación que lleva el nombre de ambos, sino de una colección privada. Desde la casa de subastas confirman que pertenecieron a alguien “cercano a la pareja”; y, a la vista de la naturaleza de las piezas a la venta, así tuvo que ser. Hay objetos mucho más impresionantes ligados a la memoria del diseñador y su socio, pero pocos tan íntimos.
Entre los nombres de artistas que integran la subasta, uno destaca sobre el resto: Andy Warhol. El sumo sacerdote del arte pop también fue una estrella de su tiempo y, como tal, frecuentó a los círculos parisienses de Saint Laurent, con quien compartió una amistad intermitente y no exenta de reticencias; como han contado sus biógrafos, ni Warhol hablaba bien francés ni Saint Laurent se manejaba demasiado con el inglés. Además, ambos tenían concepciones distintas de la intimidad; en una ocasión, parece ser que Pierre Bergé contó a Warhol su afición a utilizar un cockring, el anillo que se coloca en la base del pene para potenciar la duración y el vigor de las relaciones sexuales. Era una confidencia privada, pero Warhol lo publicó en sus diarios. Los ejemplos de estos desencuentros son numerosos, pero nada de ello les impidió compartir fiestas, cenas y encuentros, que se plasmaron en una serie de obras de arte.
La más conocida de esas obras fue el célebre cuádruple retrato de Saint Laurent que Warhol realizó por encargo, y que fue una de las escasas concesiones del francés al arte contemporáneo. Tal y como escribió Drake, al diseñador no le entusiasmaba comprar ni encargar obras de artistas vivos. “Sus retratos de Warhol eran de las escasas obras contemporáneas que tenía en casa, y parecía que las valoraba más por reflejar la gloria del retratado que por su arte, porque cuando Yves descubrió que Valentino y Halston, también diseñadores, habían encargado sus retratos a Warhol, tuvo un arranque de ira y declaró que iba a quemar el suyo. Nunca lo hizo”. Eso no le impidió librarse de una cierta polémica: también en 2009 Bergé decidió retirar este cuádruple retrato de una exposición dedicada a Warhol en el Petit Palais de París. ¿El motivo? Los comisarios lo habían colocado junto a las efigies de otros diseñadores, como Sonia Rykiel, y no en la sección dedicada a los artistas. Para Bergé, aquello era un ultraje.
En la subasta de Sotheby’s no está este retrato, una de las pocas obras de importancia que Bergé no puso a la venta en 2009, aunque sí hay una foto de Jeanloup Sieff, procedente de un reportaje para Vogue Italia, en el que se ve la pintura warholiana en la vivienda parisiense del diseñador. También hay cuatro polaroids que Warhol realizó a la pareja en los años setenta. En ellas Saint Laurent aparece vestido, con sus inconfundibles gafas de pasta, y Bergé, con el torso desnudo. Fueron un regalo a dos amigos y clientes fieles: Warhol también retrataría, en una de sus últimas obras, a Moujik, el perro (en realidad fueron varios) que convivió con el diseñador durante años.
El resto de obras contemporáneas que forman parte de esta subasta hablan de los propios vínculos personajes de Saint Laurent, que prefería coleccionar posimpresionismo o vanguardias históricas. Así lo explicaba Bergé en Saint Laurent, Chico malo, la documentadísima biografía de Marie-Dominique Lelièvre (publicada en España por Superflua). “No te compras una obra porque te guste. Una cena está hecha de los amigos a los que invitas y también de aquellos a los que no invitas. En nuestra colección faltan Hockney, Rothko, Barnett, Newman, Bacon… La elaboramos con rigor y coherencia”.
![Martine Barrat, cuatro fotos de la serie 'Harlem, do you see your face' (h. 1984).](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/TKMP3JTKXBFY3ESWRAEHHHTFSU.jpg?auth=915a6a1f371a8ae5d7fdd8b5490f017616ff3bb440479e4965885541994b0588&width=414)
![Helmut Newton, fotografía sin título.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/KCEOYXPEO5BI5D4PHDBSNTOEA4.jpg?auth=e4e92a882107b9e59e11003f2d40cfc77ebbe355d6d8f0a5d89d026bd9222da6&width=414)
Ese criterio explica, por ejemplo, que las fotografías que ahora se subastan lleven el sello de su círculo habitual. Si Jeanloup Sieff fue el autor del célebre desnudo del diseñador que acompañó el lanzamiento de su primer perfume masculino, Helmut Newton (del que se subasta una obra sin título) supo retratar como nadie las colecciones del diseñador a principios de los años setenta. La subasta también incluye piezas de Martine Barrat, amiga del diseñador desde la adolescencia. Tal y como cuenta Lelièvre, Barrat fue una de las parroquianas de Licorne, el club que el jovencísimo Saint Laurent organizó en el garaje de sus padres en la localidad costera de Trouville. Siguieron siendo amigos durante toda la vida, incluso a pesar de la distancia, porque Barrat vivió durante décadas en Nueva York. Allí, se hizo conocida por sus fotografías de los habitantes de Harlem; precisamente cuatro de estas fotos forman parte de la subasta de Sotheby’s.
La subasta también incluye objetos procedentes principalmente de la galería Kugel, especializada en antigüedades y artes decorativas, y algunas piezas ligadas a la cotidianidad de la pareja: si quiere hacerse con los picaportes cromados de las puertas del apartamento de la Rue Babylone, su precio de salida es de 600 euros. Pero el mayor atractivo, en cualquier caso, es el de los dibujos inéditos del propio Saint Laurent. Aunque nunca los expuso al público, sí se los enseñó a amigas como Bianca Jagger, y de ello hablaron en la entrevista que compartieron para Interview, la revista impulsada por Warhol, en 1973. Jagger le preguntó si le interesaba el erotismo. “Oh, sí, totalmente”, respondió Saint Laurent. “Es uno de los motores de la vida emocional de la gente”. Después ella quiso saber si le excitaba la pornografía. “¿Pornografía? No sé qué es eso. Pornografía, erotismo, amor, todo me parece lo mismo… en el amor todo es posible”.
![Uno de los dibujos de desnudos masculinos de Yves Saint Laurent que ven la luz por primera vez.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/ZJCHUCSLUJBJPO2UXIJP3W5RPQ.jpg?auth=6f85dc7da0dc3fadac1197b2956516f7465b03bcde260bdd2668f00eb6d59b24&width=414)
Los dibujos, además de una muestra del extraordinario dibujante que fue Saint Laurent –hay que recordar que fueron sus dibujos los que le granjearon su primera oportunidad como aprendiz con Christian Dior–, son también un muestrario de sus influencias. Son dibujos a lápiz, lápices de colores, rotulador o témpera, que excepcionalmente han sido autentificados por la Fundación que custodia el legado de la pareja Bergé-Saint Laurent. Y en ellos se aprecia la influencia del cómic erótico tan en boga durante los sesenta y los setenta –la edad de oro de Tom of Finland, por ejemplo–, pero también de Christian Bérard, el legendario escenógrafo y figurinista cuyo estilo imitaba Saint Laurent ya en su infancia argelina. Mención aparte merece un dibujo extraordinario, colorido y enrevesado, que muestra la forma de una serpiente entrelazada con las piernas de un hombre. Resulta imposible no acordarse de Léon Bakst, el ilustrador y figurinista asociado a la leyenda de los Ballets Rusos. Lelièvre subrayaba en Chico malo los rasgos de Bakst que fascinaban a Saint Laurent: “El diseño abundante y colorido del pintor le inspira”, escribe la ensayista. “Colores brillantes, adornos ricos, formas sacadas de un cóctel de culturas, blusas campesinas bordadas y pantalones de harén, túnica eslava y caftán. Frenesí de los estos, erotismo apasionado… los diseños de Bakst parecen haber sido dibujados bajo los efectos del ácido. Una droga muy deseada en los años veinte y que Yves consume con avidez”.
Lisérgicos y tórridos, estos dibujos de hombres con gigantescos miembros viriles, músculos desproporcionados e indumentarias extravagantes revela el caudal erótico de una época que coincidió con la liberación y eclosión del movimiento gay previo a la irrupción del sida. “Es fascinante ver estas obras por primera vez, y tenemos la suerte de poseer muchas de ellas”, explica Florent Jeanniard. “El dominio del cuerpo, la línea de las curvas y, en algunos casos, la magia de los colores se reflejan en un tema exclusivamente dedicado al hombre”. Yves Saint Laurent, cuya ajetreada vida profesional, sentimental y sexual ha sido objeto de varias películas y un buen puñado de ensayos, no vivió ajeno a la explosión cromática y sensual de los setenta; si en público sus colecciones de alta costura se convertían en fantásticos carnavales llenos de color, el diseñador empleaba los mismos rotuladores de sus figurines para plasmar fantasías llenas de vitalismo y deseo desatado. Cuando el día 31 se cierre la subasta, los resultados de la misma demostrarán, previsiblemente, que la fascinación por su vida y su obra sigue viva para un buen número de fieles.
![Yves Saint Laurent, obra sin título. Rotulador y témpera sobre papel.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/6KBLF2UZOJCIHLP3XAIQBVXSU4.jpg?auth=0b7b0bf035b10c894924b4c1f2125b5526c29cf2df66aa10e7788bf7b944fd87&width=414)