El PSOE y Junts se han citado este viernes en Suiza para su habitual reunión mensual pero en un contexto especial, unos días antes de que se vote, el próximo miércoles, la proposición no de ley de los independentistas para sugerir a Pedro Sánchez que plantee una cuestión de confianza. En la reunión, adelantada por El Español, los principales representantes del PSOE, el secretario de organización, Santos Cerdán, y el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, querían intentar cerrar el acuerdo con Junts, representado por su líder, Carles Puigdemont, para la transferencia a la Generalitat de la competencia de inmigración.
Los dos grupos llevan más de un año negociando este extremo, que se pactó en enero de 2024, y que es fundamental para desbloquear la relación y sobre todo para pensar en la posibilidad de empezar a hablar de una negociación de Presupuestos, algo que cada vez se ve más difícil aunque el Gobierno no lo ve del todo imposible. En La Moncloa señalan que las negociaciones están muy avanzadas, pero falta el remate final, el más complicado, porque se trata de pactar qué participación tienen los Mossos d’Esquadra en el control de fronteras o en el proceso de expulsión de inmigrantes, asuntos muy delicados y que tienen límites constitucionales.
El PSOE insiste en que está abierto a la negociación para cerrar todas las carpetas abiertas con Junts, pero tampoco va a ceder al límite para intentar que Puigdemont retire en el último momento la proposición no de ley sobre la cuestión de confianza porque la redacción que se pactó finalmente entre los dos grupos para desbloquear el último decreto ómnibus es suficientemente ambigua como para que no comprometa en nada al Gobierno, y, por tanto, podría incluso aprobarse —no está claro, porque no saldría si Vox no la vota— y no tener ninguna consecuencia práctica.
La negociación sigue, pues, abierta hasta el último momento, pero con menos urgencias que otras veces, porque el Gobierno tiene asumido que si se vota la iniciativa no es dramático y si finalmente no hay Presupuestos, aunque obviamente tiene un coste político importante, tampoco es ingestionable. En cualquier caso, el Gobierno prefiere cerrar un acuerdo de fondo con Junts y consolidar la legislatura, aunque después tendría que negociar con los demás socios, y se plantearía un nuevo problema, por ejemplo con Podemos. La sensación que se respira en el Gobierno es, por tanto, que hay que intentarlo, pero no con las angustias de las últimas votaciones que eran a todo o nada.