Junts per Catalunya ha decidido retirar la tramitación de la cuestión de confianza a Pedro Sánchez. Lo ha acordado por unanimidad en una reunión de su ejecutiva este lunes. Es una rectificación para tratar de apaciguar el clima de tensión que hay entre las dos partes. “Junts mantiene la desconfianza en el PSOE, la desconfianza está deteriorada”, ha advertido Jordi Turull. El secretario general de Junts ha señalado que se trata de un gesto con el verificado internacional Francisco Galindo. “Le demos confianza al mediador, en ningún caso a Pedro Sánchez”, ha matizado. La función del mediador es “esencial” para poder llegar a acuerdos, ha destacado el secretario general de Junts. “El sabe como nosotros cuales son los aspectos más sensibles y que siguen pendientes”, ha advertido Turull.
El anuncio de Junts se ha producido después de un fin de semana de alta intensidad en la dirección del partido independentista catalán. El debate sobre la conveniencia de dar o no marcha atrás con la cuestión de confianza lo encendió una declaración de Francisco Galindo Vélez, el diplomático salvadoreño que cumple las funciones de verificador en las reuniones que Junts y el PSOE mantienen en Suiza. El viernes se produjo otra de estas citas periódicas y, a las pocas horas, Galindo publicó un comunicado donde reclamaba al partido liderado por Carles Puigdemont que se plantee retirar el desafío al presidente del Gobierno, por las consecuencias que la cuestión de confianza podría comportar.
El Congreso tenía que votar esta miércoles la proposición no de ley de Junts que trataba de forzar a Sánchez a poner a prueba con qué apoyos cuenta. “Una ruptura del espacio significaría un retroceso difícil de superar que frenaría estos avances, que mi función de verificador me impide revelar”, puso de relieve Galindo en un comunicado difundido este sábado desde Colombia en catalán y castellano.
Junts había reconocido que la cuestión de confianza nacía con nulo recorrido, toda vez que es una competencia exclusiva del presidente del Gobierno y Pedro Sánchez ya había descartado tener ninguna intención de someterse al trámite, pero el partido de Puigdemont había hecho del asunto una cuestión capital. El propio expresident se implicó personalmente en el asunto y, el pasado diciembre, compareció en Bruselas para anunciar que la cuestión de confianza era vital para que Junts pudiera exhibir su incomodidad con el PSOE por la falta de resultados: “O llega un punto de inflexión o no vale la pena seguir”, manifestó entonces.
Durante semanas, la formación independentista ha insistido en que no pensaba dar marcha atrás, y en la dirección cundió la idea de que retirar la cuestión de confianza podría suponer aparentar debilidad ante el Gobierno. La declaración del verificador internacional habría servido de agarradera a Junts para salir del entuerto y aparecer como un partido que no afloja, pero que respeta sus compromisos.
Junts vive necesitado de recuperar foco. En unos días en que el Gobierno ha dado a conocer avances de sus tratos con Esquerra Republicana, caso de la cesión de la gestión de los trenes de Rodalies y la previsible condonación de una parte de la deuda del FLA, y con la buena sintonía que hay entre la Generalitat comandada por Illa y el Ejecutivo de Sánchez, el partido de Puigdemont busca protagonismo para aparecer en las fotos. El traspaso de las competencias sobre inmigración sigue sin concretarse, y en la dirección de Junts anida el convencimiento que hacen falta logros tangibles para defender públicamente el acierto de la estrategia, con más palos que zanahorias, que diseña el propio Puigdemont. El partido, además, sigue zarandeado por el efecto de su reciente oposición a participar en un pacto múltiple, con ERC y el PSC, para desbancar de la alcaldía de Ripoll a la ultra Sílvia Orriols. La inacción de Junts con Aliança Catalana ha propiciado incluso una declaración en contra de Jordi Pujol, que en una entrevista concedida a ElPuntAvui ha defendido la conveniencia de aplicar un cordón sanitario a la ultraderecha identitaria.