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México pesa, mide y revisa la salud de 12 millones de escolares en un país con problemas de obesidad y diabetes

Las autoridades educativas mexicanas en colaboración con las de salud han iniciado con una jornada nacional la revisión de 12 millones de escolares a los que se pesará, medirá y explorará en busca de posibles problemas bucales y de visión en más de 90.000 escuelas. Se trata de un programa que pretende atajar los altos índices de obesidad que afectan a la infancia y prevenir la diabetes, dos de las grandes bestias negras de la salud en este país. 738 brigadas integradas por 11 especialistas se encargarán de recabar datos de altura y peso, se les dará una clase de cepillado dental, se les aplicará flúor y dispondrán de gafas gratis si se detectan problemas en la vista, ha recordado la presidenta, Claudia Sheinbaum. Todo ello vendrá acompañado de lecciones sobre hábitos y alimentación saludables. Los resultados se enviarán a las familias con una cita en el sistema sanitario para los casos de obesidad.

No hay país en el mundo con tanta obesidad infantil, según la Organización Mundial de la Salud: un 37% de los niños de primaria y un 40% de los adolescentes tiene sobrepeso u obesidad, según la última Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, de 2023. El problema se agranda a medida que aumenta la edad, razón por la que el gobierno quiere poner freno empezando por las escuelas, donde se venden toda clase de chucherías y refrescos azucarados. La otra pata de este programa es, precisamente, la prohibición de esta venta en los recintos educativos, que entrará en vigor el 29 de marzo. Ya lo intentó el anterior gobierno y se aprobó en las Cortes, pero las normativas subsiguientes se han hecho esperar. Será solo un primer paso, porque los puestos de chucherías embolsadas o a granel, así como de refrescos, están a disposición del consumidor a cada paso en cualquier calle, por lo que la educación nutricional será crucial para aminorar ese consumo.

Miles de alumnos se alistaron el miércoles de esta semana para someterse al examen sanitario en sus escuelas, pero en México las medidas sobre el papel no siempre encuentran un reflejo en la vida real. La presidenta Sheinbaum quiere dar un nuevo impulso a la vida saludable y desde el inicio de su mandato puso como prioridad este asunto en los centros educativos, donde son los propios padres quienes obtienen algún dinero con la venta de estos productos, que ahora serán evaluados para ver cuáles se retiran de los puestos. La pobreza, que afecta a cerca de 46 millones de personas en diferente intensidad tiene un reflejo inmediato en la desnutrición o la mala alimentación, que en buena medida se convierte en obesidad. La imagen de los mexicanos con la coca-cola en la mano o comiendo patatas fritas de bolsa es común en cualquier parte, incluidas las zonas indígenas, en algunas de las cuales tienen problemas con el suministro de agua potable, pero no con el de refrescos de todos los colores con los que miles de niños desayunan, comen y cenan desde edades tempranas.

Personal de salud revisa el peso, estatura y salud dental de los niños.
Personal de salud revisa el peso, estatura y salud dental de los niños.
Emiliano Molina

El 44% de los niños entre 6 y 23 meses no come fruta ni verduras y el 59% tampoco huevos, leche, pescado ni carne, según las estadísticas publicadas. A veces las tortillas de maíz y el frijol son la dieta diaria, de ellos y de sus padres. Las escuelas podrían jugar un gran papel para revertir estos hábitos. Si se da por bueno el dicho de que se necesita a toda la tribu para educar a un niño, la cooperación entre los docentes, el personal sanitario y las familias iría en la buena dirección. No será fácil porque el consumo de chucherías está muy arraigado en el país. Y también el de bollería. Las pastelerías son abundantes en todo México, que ha heredado algunas de las peores costumbres alimentarias de su vecino del norte, Estados Unidos, con el que se miden en obesidad. Tres cuartas partes de la población mexicana la padece, pero entre las mujeres se ha superado a Estados Unidos, el país más afectado. La pandemia del coronavirus no hizo más que elevar estas cifras y los expertos avisan de los riesgos de transmisión de enfermedades durante el embarazo. Los triglicéridos entre adultos y niños también están disparados. A todo ello hay que sumar las dificultades del sistema sanitario público y los escasos recursos con que cuenta buena parte de la población para sufragar gastos médicos, políticas que también se han tratado de abordar en los gobiernos, con diferente éxito.

La diabetes es en este país la segunda causa de mortalidad y los decesos debido a esta enfermedad se incrementan cada década, pero los azúcares también hacen mella en la salud bucodental y las prohibiciones de consumo entre menores que han intentado algunos Estados chocan con la industria de estos productos y con la ineficacia para hacer cumplir las leyes. Un estudio de 2016 determinó que el 90% de los niños de primaria tenía caries, según la organización El Poder del consumidor. Las medidas que ahora se quieren implantar en las escuelas están enfocadas a revertir hábitos y aliviar al precario sistema público de salud. Las autoridades gubernamentales confían en que “las infancias y las adolescencias pueden tomar decisiones saludables si tienen a su alcance alimentos saludables”.

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