En el Hospital Regional de Caacupé se reporta un importante aumento de pacientes que sufren de enfermedades mentales. Ante esta situación, la licenciada Porfiria Escurra insta a los padres de familia y a los jóvenes a que acudan sin miedo a la consulta en el área de psicología.
La licenciada en psicología Porfiria Escurra, profesional del Hospital Regional de Caacupé, manifestó que el número de pacientes que acuden por enfermedades mentales ha incrementado de forma considerable en este 2025. De hecho hizo énfasis en que antes solo los jóvenes tenían este tipo de inconvenientes, sin embargo ahora también hay pacientes adultos de la tercera edad que presentan estas enfermedades.
La licenciada indicó que después de lo que fue la pandemia hay muchas personas que quedaron con enfermedades como depresión y ansiedad y justamente esas son las afecciones que más se registran en el centro asistencial.
Escurra resaltó que hoy más que nunca hay que priorizar la salud mental de todos, porque es la base de muchos problemas que se observan en la sociedad.
Añadió que actualmente, en el Hospital de Caacupé, reciben a unos 20 a 30 pacientes por día. “Recibimos a gente que viene de varias ciudades como San Bernardino, Nueva Colombia, Isla Pucú, Piribebuy y Eusebio Ayala.
“Hay personas que van por ejemplo, porque sienten que tienen anomalías en el corazón, pero luego se los pasa al psicólogo porque el problema que tienen es psicológico”, explicó Escurra.
De esta manera la profesional de salud mental invita a los jóvenes y adultos en general a que no tengan vergüenza de acercarse a un psicólogo.
“No tengan miedo de ir junto a un profesional si lo necesitan. Muchos piensan que solo los locos van a consultar pero eso no es así. Estamos para ayudar a gestionar las emociones de los pacientes”, puntualizó la psicóloga Porfiria Escurra.
En el Hospital de Caacupé se cuenta con seis psicólogos y un psiquiatra que ofrecen atención de lunes a viernes de 8:00 a 19:00.
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– Escuchar sin juzgar.
– No minimizar ni maximizar el problema.
– Animar sin presionar.
– Pedir permiso para hablar del tema y para acercarse.
– No tratar de imponer consejos ni dar lecciones.
– Ofrecer ayuda profesional sin estigmatizar.
– Cultivar la paciencia y recordarle que es importante su existencia y su bienestar para los demás.
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