Cada partido puede ser una trampa, advirtió Carlo Ancelotti en la previa. Lo confirmó la visita del Madrid al Espanyol, que empezó la jornada en puestos de descenso y fulminó a los blancos con una contra en el minuto 85, rematada por Carlos Romero, después de dejarlos a oscuras toda la noche. La abundante e ilustre nómina de atacantes visitantes, con Vinicius de vuelta de la sanción, apenas amenazó a un rival muy aplicado y bien cerrado bajo palos por Joan García. El plan perico expuso al Madrid ante el escenario más incómodo para sus intereses, sin posibilidad de correr y obligado a hilar fino, y el resultado fue un partido muy pobre de los blancos, sin luz en ataque, ofuscado durante toda la velada, justo a una semana del derbi contra el Atlético, que se coloca a un punto de los de Ancelotti.
1
Joan García, Marash Kumbulla, Leandro Cabrera, Omar El Hilali, Carlos Romero, Javi Puado (Fernando Calero, min. 82), Jofre Carreras (Álvaro Tejero, min. 66), Urko González (Antoniu Roca, min. 65), Alex Král, Pol Lozano y Roberto Fernández (Alejo Véliz, min. 72)
0
Thibaut Courtois, Fran García, Antonio Rüdiger (Raúl Asencio, min. 15), Lucas Vázquez (Brahim Díaz, min. 86), Aurélien Tchouaméni, Federico Valverde, Jude Bellingham, Vinícius Júnior, Rodrygo, Dani Ceballos (Luka Modric, min. 79) y Kylian Mbappé
Goles
1-0 min. 84: Carlos Romero
Arbitro Alejandro Muñiz Ruiz
Tarjetas amarillas
Carlos Romero (min. 60), Marash Kumbulla (min. 89)
La noche se le empezó a torcer pronto al Madrid. A 10 días del cruce del City, a siete del derbi liguero en el Bernabéu y a dos del cierre del mercado invernal que el Madrid ha dejado pasar sin más pese a su carestía de defensas, a los blancos se les dispararon las alarmas al cuarto de hora cuando Rüdiger se echó al suelo por un problema muscular en el isquio de la pierna derecha y quedó a la espera de las pruebas médicas de este domingo o lunes. El alemán solo había descansado en todo el curso contra la Deportiva Minera, en Copa, empujado a doblar las jornadas por la escasez de efectivos atrás y la inclinación natural de Carletto de rotar lo menos posible. En su lugar salió Asencio y no David Alaba, al que Ancelotti todavía no ve para tanto.
Para entonces, el Espanyol ya le había avisado al Madrid de que la noche se la iba a tener que ganar centímetro a centímetro. Los locales, muy impetuosos, juntaban bien las líneas, protegían el área y se estiraban en cuanto podían. Le negaban a los de Ancelotti las praderas para correr y los blancos se vieron abocados a un trabajo de paciencia. Los atacantes madridistas, especialistas en campo abierto, debían encontrar la luz en los espacios estrechos del Espanyol.
Palo de Rodrygo
Sus dificultades resultaron evidentes desde el inicio. La única que embocó (Vinicius) acabó anulada por una falta previa de Mbappé a Pol Lozano en un enganchón entre ambos. Poco más rascó el Madrid hasta el descanso. Un regate-filigrana de Vini que terminó en nada, un tiro suave de Bellingham, una incursión de Lucas Vázquez y un puñado de centros intrascendentes. El despliegue apiñado y gregario del Espanyol atascaba a los blancos, que tampoco se mostraban muy inquietos, confiados de que la fruta caería madura. Y no.
Ancelotti llamaba a masticar el juego, pero los suyos no daban con la clave secreta para abrir la defensa de un cuadro perico que también lanzaba mordiscos a la contra, lo que expuso a Tchouameni a problemas para defenderse frente a Roberto Fernández.
El paso del minutero fue inclinando al Madrid sobre la derecha de Rodrygo, el que mostraba más ideas, y el brasileño zigzagueó en el área antes de mandarla al palo. También lo intentó Mbappé de tiro cruzado, Bellingham en un disparo bien rechazado por Joan García y en la continuación lo probó Kylian.
Los blancos, quejosos con el árbitro por una entrada de Romero a Mbappé, insistían con más ahínco que lucidez y Ancelotti apeló a Modric para que sacara al equipo de la niebla. Sin embargo, fue Romero el que llevó al éxtasis a Cornellà en una de esas salidas que el Espanyol nunca dejó de lanzar. El Madrid, con tendencia a romperse, había sido cazado. Entonces apareció Brahim en la última acometida de los visitantes. Lo intentó de lejos Vini y subió Courtois a la desesperada en un córner, el aliento final de un conjunto blanco que dio un paso atrás a las puertas de entrar en la zona crítica del curso.