Inoxichel España Noticias El presidente de Siria promete justicia tras las matanzas de civiles en los choques entre fuerzas de seguridad y partidarios de El Asad | Internacional

El presidente de Siria promete justicia tras las matanzas de civiles en los choques entre fuerzas de seguridad y partidarios de El Asad | Internacional

La cifra de asesinatos a sangre fría, palizas y humillaciones en dos provincias de Siria que los propios autores han ido difundiendo en redes sociales se ha incrementado notablemente en los últimos dos días. Según la Red Siria de Derechos Humanos (RSDH), al menos 140 de los 240 muertos en Latakia y Tartus son civiles. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) eleva la cifra a 162 y atribuye la “inmensa mayoría” a las fuerzas leales al Gobierno, al aplacar la mayor insurrección contra las nuevas autoridades desde la ofensiva relámpago rebelde que derrocó el régimen de Bashar el Asad y puso fin a 13 años de guerra civil, el pasado diciembre.

En Al Mujtaria, hay al menos 38 civiles muertos. En Al Shir, 24, en una ejecución masiva. De los 60 civiles muertos en Banias, cinco son niños y diez, mujeres, según el OSDH. Son alauíes, la rama del islam chií a la que pertenecían los El Asad —padre (Hafez) e hijo (Bashar)— y a la que beneficiaron. La minoría (un 10% de la población del país) estaba sobrerrepresentada en la Administración, sobre todo, entre los oficiales militares y de seguridad.

Un vídeo en la zona de la insurrección muestra al menos 20 cadáveres en el suelo, en una aparente matanza. Otro, que el propio autor identifica en Al Haffa, en la provincia de Latakia, muestra a ocho hombres asesinados mientras dice: “¡Dios es el más grande, animales muertos!”. O una treintena de alauíes, obligados a caminar y aullar como perros mientras su captor grita y dispara al aire. Otra imagen muestra la luna agujereada a balazos de un vehículo con matrícula de la provincia de Idlib. Es el reducto rebelde del que partió la ofensiva liderada por Hayat Tahrir al Sham (HTS), el grupo fundamentalista islámico cuyos miembros han moderado sus postulados desde que detentan el poder y que estuvo vinculado a Al Qaeda en el pasado.

La RSDH, por su parte, atribuye la muerte de 15 civiles a los insurrectos, que atacaron convoyes de vehículos civiles que trataban de huir de los combates, así como hospitales.

Las imágenes y relatos de los dos últimos días apuntan a un patrón de sectarismo, alimentado durante décadas por la dictadura y profundizado por la guerra, en la que el bando dependía por lo general del colectivo étnico o religioso de pertenencia.

Manifestación en Idlib para movilizar hombres en defensa de las nuevas autoridades, este jueves.
Manifestación en Idlib para movilizar hombres en defensa de las nuevas autoridades, este jueves.BILAL AL HAMMOUD (EFE)

Cientos de alauíes, como se puede ver en varios vídeos, buscaron refugio en la base aérea de Jmemin, cerca de Yabne, y corearon “El pueblo quiere protección rusa”, parafraseando la famosa frase de la Primavera Árabe para pedir la caída de regímenes dictatoriales, como el de El Asad. Por otra parte, en varias localidades del resto del país se han producido manifestaciones a favor de las nuevas autoridades y el nuevo ejército en su lucha contra la insurrección en las provincias costeras.

El presidente interino, Ahmed al Shara, compareció en la noche del viernes ante las cámaras (en un discurso previamente grabado) para lanzar un mensaje de unidad y rechazo a los asesinatos de civiles, pero advirtiendo de consecuencias para los responsables de la insurrección. “Algunos seguidores del régimen caído han intentado poner a prueba la nueva Siria que ignoran”, manifestó, “[en la que] no hay separación entre el poder y el pueblo”. “Siria significa todos y es la responsabilidad de todos protegerla y ayudarla”, agregó Al Shara.

Por un lado, lanzó una retahíla de acusaciones a los partidarios del régimen de El Asad, como haber combatido “sin honor” y “cometido un gran pecado que no será olvidado” y por el que tendrán un “juicio justo”. “Siria se ha movido hacia adelante y no va a dar un solo paso hacia atrás […] Entregaos vosotros y vuestras armas antes de que sea demasiado tarde”, advirtió.

Por otro, insistió en que nadie debe “excederse ni exagerar en su reacción”, ni “humillar o golpear al capturado”. “Pagará un alto precio quien dañe a civiles aislados o capture gente por la fuerza. La gente de la costa [donde están las dos provincias de la insurrección] son parte de nuestra responsabilidad y es nuestra obligación protegerlos”, señaló.

Las informaciones de las autoridades y periodistas locales apuntan a que el envío masivo de refuerzos está equilibrando la balanza hacia las fuerzas de seguridad. El gobernador de Latakia, Mohammed Othman, en entrevista con la cadena Syria TV explicó esta madrugada que lograron romper el cerco establecido por los insurgentes en torno a varios edificios gubernamentales y comisarias y que se desplegaron por la ciudad. Mataron a un importante número de militantes favorables a El Asad y arrestaron a muchos otros.

Durante el sábado avisó de que continuarán las operaciones para “erradicar a los remanentes del antiguo régimen de una vez por todas” y aseguró que se podría levantar este domingo el toque de queda, por la reacción positiva de la población a las operaciones de seguridad en la ciudad de Latakia.

La RSDH informa de 100 miembros de las fuerzas de seguridad muertos por los vestigios de apoyo al antiguo régimen, en una aparente operación preparada y aprovechando el inmenso número de armas aún en manos ajenas a las fuerzas de seguridad. Es justo uno de los temas que mencionó Al Shara en su discurso y que también han generado tensiones con otras minorías, como drusos o kurdos, que temen quedar desprotegidos en un momento de transición y desconfían, al menos algunos de ellos, de las nuevas autoridades sirias.

Una de las reformas que está impulsando su Ejecutivo y que más malestar causa entre los alauíes es la purga en la Administración. Las autoridades la justifican en la necesidad de eliminar puestos ficticios (la misión de un jefe de Departamento en la Gobernación de Damasco era poner banderas si visitaba un dirigente) con los que el antiguo régimen tejía una red clientelar. Igualmente, la disolución de las Fuerzas Armadas y de seguridad del anterior régimen ha dejado a miles de jóvenes alauíes con entrenamiento militar y sin sueldo.

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