El caos continúa en la política arancelaria de Donald Trump. Dos días después de que el presidente de Estados Unidos anunciara la imposición de aranceles del 25% a las importaciones de productos provenientes de México y Canadá, su secretario de Comercio, Howard Lutnick, dijo este jueves en una entrevista televisiva que los gravámenes de todos los bienes que entren en el amplio saco del acuerdo de libre comercio entre los tres países firmado por el propio Trump en 2020 quedarán “probablemente” aplazados durante un mes. De confirmarse, este último bandazo sería un cambio importante en la agresiva comercial de la nueva Administración estadounidense.
El cambio de criterio llegó mientras se esperaba la llamada entre la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, y Trump en busca de una posible tregua a la guerra comercial desatada por Washington esta semana en el espacio común norteamericano. México y Canadá son dos viejos aliados y los principales socios comerciales de Estados Unidos. Los tres comparten un espacio que el martes hizo saltar por los aires por la vía de los hechos en una decisión que fue muy mal recibida por los mercados.
Al día siguiente, el presidente de Estados Unidos cambió de nuevo el paso en su caótica política comercial, al conceder una moratoria de un mes a los aranceles impuestos a Canadá y México en lo tocante al sector de automoción. Lo hizo después de que las empresas advirtieran de los perjuicios de las cambiantes decisiones de la nueva Administración traerán al sector automotriz y a la industria norteamericana.
“Es probable que [el nuevo anuncio de Trump] cubra todos los bienes y servicios que cumplan con el T-MEC [Tratado México Estados Unidos Canadá], por lo que es parte del acuerdo del presidente Trump con Canadá y México, es probable que obtenga una exención de estos aranceles”, dijo Lutnick a CNBC el jueves. “El aplazamiento es por un mes”. El comercio de bienes y servicios de Estados Unidos en el marco del T-MEC totalizó alrededor de 1,8 billones de dólares en 2022, según el Representante Comercial de Estados Unidos.
Tanto Sheinbaum como el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, habían logrado a principios de febrero una moratoria de un mes para la llegada de los aranceles de Trump con promesas de control de la inmigración irregular y del tráfico de fentanilo. Al final resultaron insuficientes.
La presidenta mexicana reaccionó al anuncio del martes ―y al hecho de que no hubiera sido posible apaciguar la furia tarifaria de Trump― con la amenaza recíproca de “medidas arancelarias y no arancelarias” contra Estados Unidos. “Nadie gana con esta decisión”, dijo Sheinbaum en su conferencia de prensa de ese día. “No hay motivo que dé razón a estas acciones”, añadió la presidenta. Para subrayar ese convencimiento con un gran gesto, Sheinbaum convocó a una movilización el próximo domingo en el Zócalo, la plaza principal de la Ciudad de México y el escenario de las ocasiones trascendentales, para mostrar que cuenta con el respaldo popular. La convocatoria quedó implícitamente sujeta a las posibles novedades que trajera la llamada de este jueves con Trump.
El anuncio de esta semana fue el final de cuatro semanas contra el reloj en las que la diplomacia mexicana en Washington trató de lograr una prórroga para el aplazamiento de un mes, arrancado a Trump por Sheinbaum el 3 de febrero. Aquel día, la presidenta mantuvo una tensa llamada con el presidente estadounidense que duró unos 45 minutos y transcurrió con la ayuda de un intérprete y con el inglés que Sheinbaum perfeccionó en sus años como estudiante en la Universidad de Berkeley. Ella consideró la conversación, según fuentes diplomáticas, como un triunfo en su estrategia apaciguadora con Trump. Él dijo ese día a los periodistas que “la presidenta Sheinbaum” es una mujer que le “gusta mucho”.
México prometió reforzar la frontera con unos 10.000 soldados más, y en estas semanas, sus autoridades han detenido a cientos de personas relacionadas con el tráfico de drogas y han confiscado grandes cantidades de estupefacientes (también de fentanilo), aunque ningún gesto puede compararse a la entrega a Estados Unidos de 29 presos relacionados con el narco. Estaban repartidos por distintos centros penitenciarios del territorio mexicano y figuraban en la lista de los más buscados por la agencia de narcóticos estadounidense (DEA). La pieza más importante del lote es Rafael Caro Quintero, líder fundador del Cártel de Guadalajara, que al otro lado de la frontera está acusado del secuestro, tortura y asesinato en los años ochenta de Kiki Camarena, un agente infiltrado de la DEA.
Equiparación con China
Nada de eso fue suficiente, aunque la confianza de Sheinbaum en sus opciones de sortear el golpe arancelario la hicieron decir el pasado viernes que confiaba en tener otra llamada telefónica con Trump durante el fin de semana, que nunca llegó. Tampoco sirvió la oferta de México, formulada por su secretario de Economía, Marcelo Ebrard, a Howard Lutnick, su homólogo estadounidense, de equiparar los aranceles de México a China con los que Washington ha impuesto a Pekín.
Los gravámenes a México, Canadá y China son solo el comienzo de una guerra comercial a gran escala con la que Estados Unidos quiere reducir su déficit comercial (la diferencia entre lo que se exporta y lo que se importa). En 2024, Estados Unidos compró a otros países bienes por 3,29 billones de dólares y exportó mercancías por valor de 2,08 billones. El déficit comercial se situó así en los 1,212 billones de dólares, una cifra récord. Del total de mercancías importadas, el 41% (unos 1,35 billones) procedía de México, Canadá y China. Esos tres países concentraban casi la mitad del desequilibrio comercial de la primera economía del mundo.
