Del sector inmobiliario al béisbol, de ahí al fútbol clásico, y ahora quizá a las redes sociales. La trayectoria de Frank H. McCourt Jr. (Boston, Estados Unidos, 1953) se parece a la típica de muchos inversores con afición al deporte, pero ahora puede dar un giro original.
Es presidente ejecutivo del grupo familiar McCourt Global, que tiene negocios inmobiliarios y deportivos (el Olympique de Marsella de fútbol), entre otros, y es fundador y presidente ejecutivo de la organización sin ánimo de lucro Project Liberty, dedicada a que la infraestructura de internet sea más horizontal.
McCourt tiene un historial de duras críticas a los gigantes tecnológicos, especialmente TikTok. Project Liberty anunció en mayo que preparaba una oferta por el negocio en EE UU de esta red social china, que este domingo debería dejar de operar, por una legislación a la que dio luz verde el viernes el Tribunal Supremo.
El día 9, McCourt confirmó que pretende, en consorcio con la firma de servicios financieros Guggenheim Securities y el bufete de abogados Kirkland & Ellis, entre otros, quedarse con la plataforma. McCourt dice que vale unos 20.000 millones de dólares, una cifra que está en el extremo inferior de las valoraciones de los analistas. Reconoce, eso sí, que requerirá financiación de “uno de los mayores bancos de EE UU”.
El empresario nació en Boston, en una familia católica. Se licenció en Económicas en la Universidad de Georgetown, en Washington. En primero de carrera conoció a Jamie Luskin, con la que se casó en 1979 y de la que se divorció en 2011. Cuatro años después se casó con Monica Algarra. El ejecutivo tiene tiene seis hijos en total.
Su familia tiene una larga relación con el sector inmobiliario y constructor en la zona de Boston. En 1977, Frank dejó de trabajar para la constructora de carreteras de su padre y fundó The McCourt Company, que se especializó en el desarrollo de grandes proyectos inmobiliarios comerciales, sobre todo en torno al puerto de Boston.
Los McCourt se trasladaron a Los Ángeles en 2004, y su empresa con ellos. El abuelo de Frank había sido copropietario de los Boston Braves de béisbol (que luego se mudaron a Milwaukee, y después a Atlanta). Cuando aún vivía en Massachussetts, McCourt intentó sin éxito adquirir los Boston Red Sox. Sí que consiguió comprar Los Ángeles Dodgers a News Corporation, el gigante de Rupert Murdoch, por 430 millones de dólares. La operación se financió principalmente con deuda. McCourt subió los precios de las entradas y las concesiones, y, en 2010, el valor del equipo se estimaba en 727 millones, según Forbes.
Nada más entrar en el club, fichó como director general a Paul DePodesta, uno de los protagonistas del libro Moneyball (llevado al cine con Brad Pitt como protagonista), que cuenta cómo los Oakland Athletics utilizaron la estadística avanzada para triunfar. El proyecto no salió bien, y McCourt despidió a DePodesta tras año y medio.
En abril de 2011, la organización de la Major League Baseball inició una investigación sobre la gestión financiera de los Dodgers, que consideraba en riesgo de quiebra, como, de hecho, se declaró en junio. En 2012, McCourt lo vendió por 2.000 millones a un grupo del que formaba parte la exfigura del baloncesto Magic Johnson.
Unos años antes, en 2008, McCourt había comprado los derechos de explotación del maratón de Los Ángeles. En 2019 los donó a la Fundación McCourt, supervisada por su primo Brian –el empresario creó asimismo la iniciativa ThinkCure, para luchar contra el cáncer–. Hizo incursiones en el negocio de la equitación, y en 2016 se quedó con el Olympique de Marsella por unos 50 millones de euros. El exportero del Barcelona Andoni Zubizarreta fue su primer director deportivo.
McCourt ha criticado el proyecto de la Superliga, auspiciado por el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, estableciendo un paralelismo entre la opaca centralización del poder en los ámbitos del fútbol y la tecnología: “Tenemos que pensar en nuestras instituciones no como meras empresas con ánimo de lucro diseñadas para canalizar dinero e influencia hacia unos pocos monopolios privados, sino como parte de un ecosistema más amplio que repercute en el bien público”.
En 2021, anunció una financiación de 100 millones de dólares para Proyecto Liberty, con la intención de “construir una nueva infraestructura de internet”. La iniciativa incluye el desarrollo del Protocolo Descentralizado de Redes Sociales (DSNP), un código de fuente abierta. MeWe, una red social que se autodescribe como centrada en la privacidad, se convirtió en la primera plataforma en apoyarlo, al migrar a DSNP en 2022.
Ahora, McCourt quiere que TikTok “devuelva el control a los individuos”. ByteDance, matriz de la red, no ha reconocido públicamente la oferta, mientras el Tribunal Supremo de EE UU estudia si prohibir el portal en el país a menos que pase a propiedad estadounidense. Se habla incluso de que lo compre Elon Musk. El dueño del Olympique de Marsella dijo el jueves que está “abierto” a mantener a los actuales inversores de TikTok, incluido el fundador. La red social quizá más influyente está en juego.
Divorcio en la cancha
Béisbol. En 2009, McCourt inició los trámites de divorcio de su esposa, que además era CEO de Los Ángeles Dodgers, cargo del que fue despedida en paralelo, aunque él negó que hubiera relación entre ambos hechos. Tras pelear en los tribunales por la propiedad del club, acordaron que ella recibiría 130 millones de dólares y renunciaría a sus derechos.