El ocio del siglo XXI es una de las actividades más rentables del sistema capitalista. El tiempo libre se llena de citas, viajes, retos personales, reuniones sociales, encuentros. Y la inmensa mayoría ocurren en un entorno en el que hay que seguir produciendo a través del consumo: un bar, un restaurante, una tienda, un festival, un hotel. El gasto siempre como elemento común. Por eso sorprende encontrar un rincón donde simplemente pasar el tiempo, donde disfrutar sin sacar la cartera. Y más aún si es una atractiva intervención que aúna arquitectura, urbanismo y diseño, como la nueva barbacoa comunal de Platja d’Aro (Girona, 11.757 habitantes). El proyecto ha buscado revitalizar un pequeño aparcamiento de un polígono industrial a través la vegetación y elementos atractivos como una mesa en zigzag con capacidad para 50 personas. Ahora el asfalto ha dado paso a plantas mediterráneas que animan a la ciudadanía a disfrutar de algo tan de este país como comer en la calle con familiares y amigos. Y gratis. No hay más que pedir las llaves al consistorio para abrir la estructura tras la que se esconde el fuego y encenderlo.
![Los tonos azules de la barbacoa contrastan con el verde de la vegetación.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/JMRT2RCEXRAQDNDSYKGNINBFDY.jpg?auth=f90ef518aab1402fd0c9175c8b63216e601e7a7226ec814e6c260f39f02a9557&width=414)
El trabajo nació como encargo del Ayuntamiento de Platja d’Aro al equipo del estudio h3o Architects. La idea era dar vida a un pequeño espacio escondido entre naves industriales de las afueras del núcleo urbano antiguo del municipio, Castell D’Aró, justo a la entrada a la popular Vía Verde del Carrilet, ruta por la que históricamente transitaba el ferrocarril que unía Girona con Sant Feliu de Guíxols. El equipo de arquitectos se desplazó hasta allí para conocer el lugar y encontró una diminuta zona verde desnaturalizada y anónima en pleno polígono, atestada de coches y repleta de asfalto. También una sorpresa: una vieja y sencilla barbacoa de obra a base de ladrillo visto y unas mesas de picnic, donde los vecinos celebraban asados, calçotadas o fiestas de cumpleaños entre vehículos y alquitrán. “Comprendimos que allí pasaba algo importante alrededor de la comida y que era más interesante no arrasar con lo que había, sino reutilizar lo existente para hacer algo nuevo”, explica Joan Gener, de 35 años, que fundó el estudio en 2016 junto a Miquel Ruiz (34 años) y Adrià Orriols (35 años). Tras la visita, arrancaron sus primeros bocetos a partir de ideas como celebrar los espacios públicos o conseguir un espacio que fundiera la naturaleza y lo urbano, siempre bajo un concepto de sostenibilidad. Lo hicieron. Gustó. Y en primavera de 2023 arrancaron las obras.
El elemento más icónico de este trabajo –realizado sobre 1.700 metros cuadrados– es la estructura que acoge la barbacoa original y sus cuatro parrillas para hacer fuego. El proyecto la mantiene en su sitio, pero la ha recubierto con una segunda piel de azulejos elaborados en La Bisbal que le otorgan un carácter monumental. Más allá de detalles con referencias mediterráneas, las cerámicas muestran tonalidades turquesa y azul marino, colores inspirados en el cielo despejado y el cercano mar que contrastan frente al verde de las copas de los pinos. El conjunto se completa con una pérgola para otorgar sombra a quienes cocinan y una alta chimenea. Sirve para expulsar los humos, pero también para ejercer de referencia, como un faro para ciclistas y senderistas que disfrutan de la vía verde y recorren el Baix Empordà. “Es una especie de casita de cuento como la de Hansel y Gretel, un objeto de deseo que atrae y anima a utilizar esta infraestructura”, asegura Gener. A su alrededor se ha reutilizado parte del viejo asfalto para crear una serie de caminos que recorren el recinto y el resto del terreno se ha completado con texturas a base de distintas gravillas de tonos terrosos.
![Gracias a su nuevo diseño, la barbacoa se ha convertido en la referencia de la vía verde del Carrilet.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/XBIXNQ55LZCNXHAYF6SKKJOYAI.jpg?auth=8900c81721abcec0d648fa929145ec5c445e27fc070885ad3becfb1bd1ec06cc&width=414)
Sobre ese territorio renovado han instalado una larga mesa de unos 30 metros de largo y capacidad para unos 50 comensales. Cuenta con bancos, taburetes y espacios libres que la convierten en accesible para cualquier otro tipo de movilidad –como sillas de ruedas o carritos– y se puede complementar con las sillas que traen los propios usuarios. A modo de las tradicionales stammtisch alemanas, la mesa genera encuentros, reuniones informales, contacto social. Está dividida en dos áreas y permite distintas disposiciones para que varios grupos puedan utilizarla a la vez. Construida con acero termocalado para resistir al paso del tiempo en la intemperie fabricado en la zona, su superficie –elaborada en Vic– es de paneles de plástico hecho a base de tetra bricks reciclados. Su llamativa forma en zigzag recuerda, además, a la fórmula que el estudio ya utilizó con una lámpara en la atractiva y colorida Casa Relámpago, trabajo cuya concepción coincidió en el tiempo. La mesa ha funcionado tan bien que, bautizada como Ciempiés Table, es ya un diseño comercializado por el fabricante de mobiliario Benito Urban en colaboración con el estudio de arquitectura.
Más allá de la estética inspirada en el insecto, sus ángulos rectos permiten salvar la arboleda del recinto renovado. “El diseño funciona para conservar la naturaleza y ampliar la sensación de que la mesa transcurre a través de los árboles”, afirma Miquel Ruiz, quien destaca que además de conservar los existentes el proyecto incluyó la plantación de otros 24 ejemplares más de especies autóctonas –almez, fresno y encina– así como numerosos arbustos y plantas aromáticas –mirto, romero, lentisco, laurel, aladierno, brezo, santolina y zapatitos de la virgen, que también sirven para condimentar los platos cocinados– procedentes de viveros del municipio cercano de Sils y elegidas porque potencian la nidificación de aves y fomentan la polinización. “Queríamos que el lugar se convierta en un pequeño vergel cuando todo crezca”, añade el arquitecto, lo que también reducirá el efecto isla de calor. El objetivo es que esa masa verde permita igualmente neutralizar el propio carbono de la construcción. Medida de sostenibilidad a la que también se añaden los llamados pozos de grava, zanjas de un metro de profundidad rellenadas de grava que rodean todos los parterres, donde el agua de la lluvia permanece para infiltrase lentamente en el terreno y ayude a mantener viva la vegetación.
![El asfalto original del parque se mantuvo durante la reforma y se añadieron otras texturas para dividir espacios y usos.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/A5GNVZT2O5CYLHHEWNE75I5IQY.jpg?auth=64e409f545ccc9d01f9b0d642ad53d5b4969d138f259da622914d91bfa6672e7&width=414)
Acabada el pasado 2024 y con un presupuesto cercano a los 250.000 euros, la acogida vecinal ha sorprendido a los propios arquitectos. Ahora se celebran múltiples barbacoas y fiestas familiares, pero entre semana también sirve para el descanso de visitantes de la vía verde o para los jóvenes de la zona, que lo han tomado como lugar de referencia y que incluso se han lanzado a organizar algún desfile de moda informal usando la mesa como pasarela. Y un vídeo sobre el proyecto que relata precisamente esa versatilidad de usos sociales, realizado por Nina Amat, ha sido finalista del Simon Architecture Prize. “El espacio se ha convertido en zona de encuentro para distintos públicos y está generando comunidad. Creemos que lugares así se llenan si se hacen, por eso es importante apostar por políticas públicas que inviertan en sitios en los que no hace falta gastar ni producir nada y, a cambio, puedes sentirte a gusto y evolucionar como persona”, reivindica Gener. Justo lo que denunciaba la escritora peruana Gabriela Wiener en noviembre en SMODA: “El capitalismo te ofrece disfrute, pero te lo cobra caro, te exprime”.
![La barbacoa original nunca se derribó y se mantiene tras su nueva piel de azulejos.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/IJMIH7GUMFB3RJDRR2I45CDA4M.jpg?auth=bb48313fd39c800deaeb8594d23ce98a5cdf6fd278793f73b89566dab41cb771&width=414)
La propuesta ha servido también de trampolín al estudio, a quien el Ayuntamiento de Platja d’Aro ya ha encargado la remodelación de una zona en el área de S’agaró que sirva como plaza mayor para fomentar el encuentro entre los residentes. Es uno de los muchos proyectos que h3o tiene entre manos en la actualidad, entre los que incluyen la reconversión del convento de las clarisas en la nueva biblioteca de Arenys de Mar, una residencia geriátrica en Menorca, las obras de rehabilitación de interiores de Montjuic que pronto empezarán o unas oficinas en madera para el Ayuntamiento de Barcelona. A principios del pasado diciembre pusieron también la primera piedra de una promoción de 154 viviendas, 65 sociales y 89 de alquiler, en la ciudad de Rotterdam (Países Bajos).
![La mesa comunal serpentea entre los pinos existentes en el parque, de los que obtiene sombra.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/KNTL65QO5ZCYTO7N5YIUVEKMOE.jpg?auth=7f39b4379b6d4de04cb922f574f2180b84b84a1643745ca27943dc79f8e84be1&width=414)