El consejo de administración de Naturgy, celebrado ayer martes, ha aprobado un nuevo plan estratégico, tal como anunció el año pasado su presidente, Francisco Reynés en sustitución del actual de 2021-2025. Aunque estaba previsto que el plan se presentase en marzo, finalmente, el consejo le ha dado su visto bueno junto con los resultados anuales de 2024, que se darán a conocer mañana jueves al mercado en un mismo paquete. La hoja de ruta de la energética, que ha elaborado la consultora Mckinsey y cuyos datos no han trascendido, llega en medio de insistentes rumores de una próxima salida de sus dos principales fondos accionistas: BlackRock (que el año pasado adquirió la estadounidense GIP y la relevó en el consejo de Naturgy) y CVC, con algo más del 20% del capital, respectivamente.
El máximo órgano de gobierno de la compañía ha aprobado también la convocatoria de la junta general para finales de marzo, si bien, el orden del día no se conocerá hasta más adelante, según fuentes del mercado. En él se dirime la solicitud del cuarto accionista, el fondo australiano IFM, de contar con un segundo vocal en el consejo, derecho que adquirió tras haber superado una participación del 16% a mediados de octubre y solicitud que cursó al secretario del consejo. Para dar acomodo al futuro consejero de IFM, que deberá refrendar la junta general, y mantener el mismo número de sillones (12, incluido el presidente ejecutivo) la sociedad debería prescindir, entre otras opciones, de uno de sus tres consejeros independientes: Helena Herrero, Claudi Santiago o Pedro Sáinz de Baranda.
Según declaró Reynés el pasado verano, durante la presentación de los resultados semestrales de la empresa, el plan se centrará en tres objetivos: “Que sea atractivo y abierto para los accionistas, por lo que el consejo participará activamente; que tenga vocación de crecimiento y de creación de valor y que avance en la descarbonización”. Y añadió que “será un plan para quienes quieran entrar. No soy yo quién para decir quién se tiene que ir o quedar. Eso corresponde libremente a los accionistas”, en alusión al supuesto rechazo de unos accionistas que llevan tiempo de salida.
Dicho anuncio llegó poco después de que el grupo emiratí Taqa comunicase a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) que desistía de su intención de lanzar la opa por el 100% de Naturgy, tal como había anunciado dos meses antes. Era la primera vez que los fondos de Naturgy, cuyo ciclo inversor en la compañía caducó hace varios años, habían estado más cerca de la solución definitiva para la venta de sus participaciones, en la que todos parecían de acuerdo, desde el primer accionista, CriteriaCaixa, con un 26%, hasta el propio Gobierno.
Los rumores de supuestas negociaciones avanzadas para la salida de BlackRock y CVC han vuelto a circular, incluyendo un nuevo acercamiento a Taqa, pero “nada hay seguro en todo ello”, indican fuentes empresariales, salvo que los fondos están especialmente activos en las últimas semanas. El pasado verano, la compañía mantuvo contactos con la energética portuguesa EDP para una posible fusión (hubo conversaciones con el propio gobierno luso), que esta compañía rechazó.
Nuevos objetivos
El actual plan estratégico de Naturgy 2021-2025 se remonta a julio de 2021 y supuso una revisión del primero de la era Reynés, que este presentó a los inversores en Londres en junio de 2018 con el lema de “más renovables, más limpio y más eléctrico”. La hoja de ruta actualmente vigente establecía unas inversiones de 14.000 millones en 2025, un ebitda (beneficio bruto de explotación) de 4.800 millones y un resultado ordinario de 1.500 millones. Del total de inversiones, 8.700 millones se destinarían a renovables y 4.100 millones a redes. El objetivo de deuda se situó en 3.200 millones de euros y el dividendo en 1,20 euros por acción, con un reparto global de 5.900 millones.
El plan planteaba un crecimiento orgánico, manteniendo la disciplina financiera; consistente con la transición energética; con rotación de activos oportunista para acelerar la transformación a renovables y redes y centrado en países con marcos regulatorios estables. Un punto clave era, asimismo, la reducción de la volatilidad en los compromisos de aprovisionamiento de gas natural.