Inoxichel España Noticias Pogacar no es infalible, pero vuelve a ganar en Siena tras sufrir una caída a 50 kilómetros de meta | Ciclismo | Deportes

Pogacar no es infalible, pero vuelve a ganar en Siena tras sufrir una caída a 50 kilómetros de meta | Ciclismo | Deportes

Una intersección de caminos, el crucero de hierro sobre un pedestal de piedra, un cartel que desvía la carretera hacia Larniano, en la provincia de Siena. Cuesta abajo, en una curva, el infalible Pogacar se confía y traza mal. No es tan infalible. Se desliza primero sobre el asfalto, que le desgarra el maillot arcoíris y le quema el hombro, después da dos vueltas de campana antes de aterrizar en el prado mientras su bicicleta vuela hacia el otro lado. Tom Pidcock sortea con habilidad al campeón del mundo, pero Benjamin Swift se contagia del efecto trazada y pierde pie.

Tadej Pogacar también es humano, o al menos eso parece cuando se vuelve a subir a la bici, con el uniforme, blanco impoluto en la salida, manchado de verde por la hierba, de gris por el polvo de los caminos de tierra, y de rojo por la sangre, que también mana de su rodilla y de los nudillos de las manos. Esta vez lleva guantes, lo que evita las abrasiones. Pidcock no espera, sigue hacia adelante, y entre el accidente y el posterior cambio de bicicleta, toma medio minuto de ventaja.

Pero no. Pogacar no es humano, al menos no parece tener las limitaciones de cualquier otro ciclista. Enseguida alcanza a Swift, y se lanza en persecución del inglés que va por delante, doliéndose de las heridas, pero convencido de su tercera victoria en la carrera de los caminos entre los sembrados. En el momento de la caída quedaban 50 kilómetros para la meta de la Plaza del Campo en Siena. A 45 ya estaba a la altura de Pidcock, que le espera porque todavía queda mucho y no merece la pena gastar fuerzas.

Pedalean juntos, se relevan, sin más rivales que empujen por detrás. Son ellos los que habían hecho el destrozo en el pelotón mucho antes, cuando restaban 78 kilómetros, más o menos en el lugar en que Pogacar atacó el año anterior para irse en solitario hacia el triunfo. Es el inglés el que dio la primera pedalada para propiciar la escabechina. El esloveno respondió, pero sin alardes, y los demás miraban y se comían el polvo de sus ruedas traseras.

Tadej Pogacar celebra su triunfo en la Strade Bianche 2025 este sábado.
Tadej Pogacar celebra su triunfo en la Strade Bianche 2025 este sábado.Dario Belingheri (Getty Images)

Cuando cabalgan juntos, Pidcock todavía piensa que puede sorprender. Las caídas suelen dejar secuelas, ahí puede estar la debilidad de Pogacar, pero quedan los tramos más duros de subida de Colle Pinzuto, entre los viñedos que empiezan a despertar del letargo invernal, y allí está de nuevo el Pogacar campeón, que sin levantarse del sillín ahoga con su potencia a su rival, que intenta aguantar unos metros hasta que cede, un metro, dos, media docena. Una distancia ya irreversible, el método habitual del esloveno. Quedan más de 18 kilómetros y la carrera ya está sentenciada. Lo sabe el campeón, lo sabe su rival. En dos kilómetros la ventaja se dispara hasta el minuto de diferencia. Pogacar sufre por sus heridas y goza porque va a ganar otra vez.

Detrás, su compañero Tim Wellens, que junto con Isaac Del Toro ha trabajado a destajo para que su jefe iniciara el despegue para entrar en órbita, se deshace, a su vez, de quienes le acompañan en el grupo perseguidor, entre ellos Pello Bilbao y Roger Adriá, para buscar el tercer escalón del podio.

El desenlace es como el de tantas veces ya. Pogacar choca sus manos con los aficionados antes de la empinada ascensión de Santa Caterina, camino de la zona antigua de Siena. Levanta los brazos, espera a Pidcock para darle un abrazo, y también a Wellens. Después, cuando van llegando los demás —Bilbao quinto, Adriá, séptimo—, se marcha hacia el podio. Entonces aparecen sus primeros gestos de dolor. El perfil humano de un inmortal del ciclismo.

Un par de horas antes, en el mismo lugar, la neerlandesa Demi Vollering volvía a ganar la prueba femenina dos años después de su anterior triunfo, tras atacar a 400 metros, en la parte más exigente de la última subida, a su ex directora Van der Bregge, que después de tres temporadas montada en el coche de su equipo, ha vuelto a la bicicleta. Ambas se quedaron solas a 18 kilómetros de la meta y buscaron la meta de Siena para un duelo que no fue tal, porque Vollering impuso su fuerza en una carrera en la que Mavi García acabó quinta, a 1,46m de la ganadora.

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