Un hombre condenado a la pena capital por apalear hasta la muerte a los padres de su exnovia ha sucumbido este viernes a los disparos de un pelotón de fusilamiento, en la primera ejecución mediante este método en EE UU en los últimos 15 años. El reo, Brad Sigmon, de 67 años, fue ajusticiado este viernes en Carolina del Sur por tres voluntarios que le dispararon al pecho con rifles provistos de balas especiales. Murió poco después de las seis de la tarde, la hora local en Columbia, capital del Estado. Lo hizo sentado, atado a una silla bajo cuyo asiento se había colocado una palangana para recoger la sangre, y con una capucha sobre la cabeza.
Fue el propio Sigmon, que llegó al corredor de la muerte por asesinar con un bate de béisbol al matrimonio en 2001 antes de secuestrar a su exnovia a punta de pistola —logró escapar mientras él la disparaba—, quien a preguntas del juez eligió morir así, en vez de por otro de los métodos legales en Carolina del Sur, la inyección letal y la silla eléctrica. No se fiaba de la primera, y la falta de comunicación sobre el método provocó las quejas de su abogado defensor, Bo King, quien esperó hasta última hora un aplazamiento de la sentencia por parte del gobernador de Carolina del Sur, basándose en que el Estado había ocultado información sobre la administración de la inyección.
En EE UU, donde se teme un repunte de las ejecuciones bajo el mandato del republicano Donald Trump, se han producido varios episodios de ejecuciones fallidas al no encontrarse la vena de los reos, como sucedió hace un año en Idaho, con el hombre atado a la camilla donde debía morir. También se han registrado reiterados casos de retraso o incluso suspensión de la condena por escasez de pentotal sódico, el principal anestésico del cóctel mortal. En 2010 cuatro Estados suspendieron las ejecuciones químicas por ese motivo.
La inyección letal es, según los expertos, el método que más falla, lo que ha llevado a Alabama a probar la asfixia con nitrógeno. Las encuestas muestran que la mayoría de los estadounidenses están a favor de la pena de muerte, pero muchos consideran que el pelotón de fusilamiento es una forma arcaica de justicia. Sin embargo, como las inyecciones letales son cada vez más difíciles de conseguir y a veces han dado lugar a ejecuciones fallidas, varios estados han legalizado recientemente los pelotones de fusilamiento como método de ejecución. Es el caso de Misisipi, Oklahoma y Utah, además de Carolina del Sur, donde la electrocución es el método por defecto según la ONG Centro de Información sobre la pena de muerte.
Última voluntad: pollo frito para cenar
La última voluntad de Sigmon consistió en una cena a base de pollo frito de una popular cadena de comida rápida; judías verdes, puré de patatas con salsa, galletas, tarta de queso y té dulce, que le fue servida el miércoles por la noche. Una vez sentado en la silla mortuoria, citó la Biblia para denunciar la existencia de la pena de muerte. “Quiero que mi declaración final sea de amor y disculpa”, empezó. “Ya no vivimos bajo la ley del Antiguo Testamento, ahora vivimos bajo el Nuevo Testamento”. Fue entonces cuando se le colocó una capucha sobre la cabeza, se descorrió la cortina que ocultaba a los tres voluntarios y el trío disparó al unísono, sin ninguna cuenta atrás y a poco menos de cinco metros de su blanco, al que habían colocado una diana roja en el corazón.
Al otro lado de un cristal antibalas presenciaron la ejecución tres familiares de las víctimas y el pastor de Sigmon. Fue declarado muerto a las seis y ocho minutos, tras una breve comprobación —no más de 90 segundos— de un médico, según un reportero de la agencia Associated Press presente en la sala. Las balas utilizadas (.308 Winchester Tap Urban) están diseñadas para romperse por el impacto y causar el máximo daño posible, pero los expertos no se ponen de acuerdo sobre el grado de dolor que pueden causar. El pecho de Sigmon, vestido con un mono negro y con los brazos desnudos, se sacudió varias veces antes de quedar inerte. Los testigos, a los que los guardias de la prisión habían ofrecido tapones para los oídos, no pudieron ver las armas ni a los verdugos.
Desde 1977 sólo tres personas han muerto fusiladas, las tres en el estado de Utah. Los abogados de Sigmon habían pedido al Tribunal Supremo de Estados Unidos que revisara su caso y suspendiera la ejecución, en vano. Sigmon también había pedido clemencia al gobernador republicano, pero también le fue denegada. Henry McMaster no ha concedido clemencia a ningún condenado a muerte desde que el Estado reanudó las ejecuciones el año pasado.
Debido a una ley de Carolina del Sur aprobada en 2023, la identidad de los miembros del pelotón se mantiene en secreto, y se han conocido pocos detalles sobre su composición. Según portavoces de instituciones penitenciarias, entrenan los doce meses del año y son voluntarios del Departamento Correccional.