Por: Luz Elena Baños Rivas, Mayerlyn Cordero Díaz, Ana Irene Delgado, Myrtha Désulmé, Claudia Escobar Mejía, Jacinth Henry-Martin, Alejandra Solano Cabalceta, Céline Giusti, Carmen Montón Giménez, y Alejandra Mora Mora*
Alzamos la voz, este 8 de marzo, como mujeres del multilateralismo, para reforzar el compromiso histórico con los derechos de las mujeres y la igualdad. Lo hacemos para reivindicar la fuerza de nuestro propio relato, porque entendemos que resolver las necesidades de las mujeres es central para alcanzar sociedades más justas, no solo para nosotras, sino para la humanidad en su conjunto.
Somos hijas de un legado de luchas que nos precede y de un futuro que nos reclama espacios donde la igualdad deje de ser una aspiración y se convierta en realidad, de una vez por todas. Conocemos muy bien los retos. Mientras construimos democracia, desarrollo y paz, nuestras manos cargan el lastre de brechas ancestrales. La pobreza tiene nuestro rostro. Somos las invisibles del trabajo informal, las eternas suplentes en los espacios de poder, las guardianas no remuneradas de los hogares, las sobrevivientes de violencias que se reinventan y alcanzan todas las esferas de la vida. Pero aquí estamos. No como víctimas, sino como arquitectas de la historia, construyendo en todos los pilares interamericanos, en democracia, derechos humanos, desarrollo y seguridad.
En esa lógica, hace 97 años, la multilateralidad regional en sus albores, creó con el impulso de mujeres visionarias el primer organismo del mundo dedicado a defender nuestros derechos: la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM). Hoy celebramos hitos como la Convención sobre Derechos Políticos de la Mujer (1952), que nos reconoció como ciudadanas, y la revolucionaria Convención de Belém do Pará (1994), que desenterró la violencia de género de las sombras del silencio para plantarla en el centro del debate global. La CIM, 97 años después, sigue siendo guardiana de la igualdad. Sus Leyes Modelo Interamericanas exigen, por ejemplo, que los cuidados, esa columna invisible que sostiene la vida, sean una responsabilidad compartida con los Estados, empresas, comunidades y hombres. Las propuestas de la CIM combaten, también, brechas financieras y digitales, denuncian la violencia política y defienden la paridad como un derecho.
En un mundo globalizado, el multilateralismo adquiere un valor estratégico para enfrentar los desafíos que compartimos como humanidad. Es un espacio donde el diálogo y el consenso deben primar, incluso cuando las diferencias persisten. Sin embargo, como tantos otros ámbitos, este ha sido históricamente un territorio con insuficiente presencia de mujeres, particularmente en los círculos de toma de decisiones.
Por ello, resultan importantes iniciativas como la resolución 41 C/57 de la UNESCO, que en 2021 estableció el 25 de enero como Día Internacional de las Mujeres en el Multilateralismo, y la resolución de la Asamblea General de la ONU que en 2022 estableció el 24 de junio como Día Internacional de las Mujeres en la Diplomacia. Estas fechas, al igual que el Día Internacional de la Mujer, son clave para valorar los aportes de las mujeres en la construcción de paz, derechos humanos y desarrollo sostenible, para visibilizar y ampliar su participación en un campo donde el liderazgo ha sido relevante, pero sistemáticamente subestimado. Solo con la participación de las mujeres se coloca la transformadora agenda de la igualdad para que nunca más se hable sobre nosotras sin nosotras.
Este 8 de marzo es un día para consolidar lo conquistado y avanzar sin tregua. Las crisis globales nos interpelan, pero también nos recuerdan que los derechos alcanzados son cimientos. En este escenario, el multilateralismo debe ser un motor de la igualdad: una Organización de los Estados Americanos (OEA) para las mujeres de la región, un compromiso histórico que ya está en marcha.
Hoy invitamos a renovar el compromiso con las conquistas de las mujeres, con el desafío de no permitir su retroceso, con la convicción de avanzar decididamente en la agenda de la igualdad, en cada uno de los espacios en toma de decisión, como la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, la Asamblea de Delegadas de la CIM, la Asamblea General de la OEA, la Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, la IV Conferencia de Política Exterior Feminista y la Asamblea de Estados Parte de la Convención de Belém do Pará.
Avancemos con firmeza, con la fuerza de nuestras ancestras, que entendieron que la igualdad era un bien de la humanidad. Y así seguirá siendo mientras construyamos sobre su ruta, en alianzas, para allanar el camino de las que vienen detrás.